Papá pierde a sus 3 hijos en 4 años por síndrome que él les heredó

Diario CDMX Digital

hace 1 año

Un papá originario de Brasil perdió a sus 3 hijos por el síndrome Li -Fraumeni y actualmente el hombre sigue luchando contra esta enfermedad.

La desgarradora historia del economista brasileño que perdió a sus hijos en un lapso de 4 años a causa del síndrome que él mismo les heredó se viralizó en redes sociales.

En 2016 él y sus hijos fueron diagnosticados con el síndrome de Li-Fraumeni, un trastorno que aumenta el riesgo de desarrollar muchos tipos de cáncer y es difícil de prevenir.

Los resultados demostraron que yo tenía una alteración genética que lamentablemente también se transmitió a mis hijos y que potencia la aparición de cáncer”, señaló.

Regis Feitosa, de 52 años, conmocionó al mundo por su historia, misma que el brasileño compartió a BBC News Brasil, en sus declaraciones explicó cómo fue el proceso de cada uno de sus hijos con la enfermedad.

Feitosa declaró que Beatriz, su hija de 9 años, fue la primera en ser diagnosticada con el síndrome, para contrarrestar la enfermedad recibió un trasplante de médula ósea, pero el cáncer regresó y vivió por solo 1 año.

Su hijo Pedro, de 17 años, fue diagnosticado con osteosarcoma, un cáncer que afecta a los huesos, por lo que falleció a los 22 años a consecuencia de un cáncer cerebral; mientras su hija Anna Carolina padecía desde los 12 años leucemia linfocítica y murió a los 25 años debido a un tumor cerebral.

Mis hijos decían que yo era tan víctima como ellos”, dijo el padre.

Regis fue diagnosticado en 2021 con linfoma no Hodgkin, enfermedad que hace producir al cuerpo una cantidad anormal de glóbulos blancos.

Ante todos los diagnósticos y sucesos que el hombre ha experimentado, su forma de ver la vida se ha transformado y no se siente culpable por lo sucedido.

Hoy mi visión es que hay que vivir intensamente, con la máxima alegría. Mi hijo dijo una frase muy coherente: nadie puede medir el dolor del otro. No creo que haya un problema mayor o menor, el hecho es que no podemos medir el dolor del otro”, comentó.